Y ahí llegan las olas, con las que expresa y escupe uno a uno los sentimientos que guarda la mar, que surgen cada noche en confidencias con la luna.
Sentimientos que sin nombre, sin razón y sin explicación se van creando en sus entrañas como lo hacen en las nuestras. Creando una mezcla explosiva que en cualquier momento y sin aviso previo estallará, dejándonos en el centro de un remolino sin salida de emergencia.

Y nos quedamos sin razón... porque aquí manda el corazón.
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