lunes, 20 de febrero de 2012

Nos relajamos viendo el mar en clama, suave, tranquilo... pero en su interior es donde se gestan las corrientes, donde nacen los movimientos que le dan vida.
Y ahí llegan las olas, con las que expresa y escupe uno a uno los sentimientos que guarda la mar, que surgen cada noche en confidencias con la luna.
Sentimientos que sin nombre, sin razón y sin explicación se van creando en sus entrañas como lo hacen en las nuestras. Creando una mezcla explosiva que en cualquier momento y sin aviso previo estallará, dejándonos en el centro de un remolino sin salida de emergencia.



Y nos quedamos sin razón... porque aquí manda el corazón.